La capacidad del presidente Hosni Mubarak para controlar el poder en Egipto parecía cada vez más débil este martes, después de que el ejército prometió no enfrentar a los miles de manifestantes que se reunieron en El Cairo para solicitar el fin de sus 30 años de gobierno.
Reformistas anti-Mubarak y representantes de la oposición esperaban que un millón de egipcios se sumen a la protesta para continuar el levantamiento que comenzó hace una semana con el objetivo de forzar la renuncia del mandatario.
La desintegración de la estructura de poder de Mubarak marcará el comienzo de una nueva era en la historia moderna de Egipto y reconfigurará el mapa geopolítico de Oriente Medio, con enormes ramificaciones para Washington y aliados que van desde Israel hasta el gigante petrolero Arabia Saudita.
El ejército, una fuerza poderosa y respetada en Egipto, asestó un golpe posiblemente fatal a Mubarak, de 82 años, este lunes por la noche cuando dijo que los soldados no abrirán fuego contra los manifestantes y que tenían reclamos legítimos y el derecho a protestar pacíficamente.
El nuevo vicepresidente de Mubarak, Omar Suleiman, nombrado para mostrar que el gobierno estaba dispuesto a realizar reformas, ofreció abrir un diálogo con la oposición.
Pero la medida, junto con la renovación de su gabinete y la promesa de reforma, pareció ser escasa y llegar muy tarde.
"La única cosa que aceptaremos de él es que se suba a un avión y deje el país", dijo el abogado de 45 años Ahmed Helmi, uno de los miles de egipcios que se congregaron el martes en la Plaza Tahrir de El Cairo para pedir la renuncia de Mubarak.
Corrupción y represión. El levantamiento estalló hace ocho días en medio de demandas por la corrupción, la opresión y las dificultades económicas y rápidamente escaló en una crisis sin precedentes en los 30 años de gobierno respaldado por las implacables fuerzas de seguridad.
Estados Unidos y otros aliados occidentales observaron primero confusos cómo miles de personas demandaban la salida de un aliado incondicional que ha sido una figura clave en las acciones de paz en Oriente Medio.
A medida que la crisis aumentaba, Washington solicitó reformas y elecciones libres pero también se mostró preocupado de que los islamistas puedan ganar poder si Mubarak fuera forzado a renunciar.
Los analistas políticos ya no hablaban sobre si Mubarak debería dimitir, sino cuándo y cómo.
"La sucesión ya está en marcha", dijo Steven Cook, del Consejo sobre Relaciones Exteriores.
"Lo importante ahora es gestionar la salida de Mubarak, que deberá ser tan digna como sea posible en este momento. Por cuestiones de honor, los generales no tendrán otro modo", agregó.
En la Plaza Tahrir (Liberación), que se ha convertido en el foco del movimiento de protesta, las personas se congregaban bajo la mirada de soldados apoyados por tanques y coches blindados.
Efigies de Mubarak colgaban de los semáforos y algunos manifestantes cargaban ataúdes simulados con las palabras: "el funeral es en Tel Aviv".
Entre los manifestantes habían abogados y otros profesionales así que como obreros y estudiantes, mostrando la amplitud de la oposición a Mubarak. Las mujeres y los hombres permanecían juntos de pie sosteniéndose las manos.
"No creo que Mubarak pase el viernes. No hay manera. Este país se está cayendo", dijo Amina Zaki, una diseñadora gráfica de 30 años.
Los manifestantes se inspiraron en una revuelta en Túnez que derrocó a su presidente Zine al-Abidine Ben Ali el 14 de enero. Pero años de represión han dejado pocos líderes civiles claros capaces de llenar cualquier vacío de poder dejado por Mubarak.
El ejército, que ha dirigido Egipto desde que sus oficiales derrocaron a la monarquía en 1952, será un elemento clave a la hora de decidir su sucesor y podría retener una significativa cuota de poder mientras introduce las reformas necesarias para neutralizar las protestas, según analistas.
Mohamed ElBaradei, ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por su sigla en inglés), ofreció ser un líder de transición y preparar elecciones democráticas en Egipto. No obstante, muchos egipcios dicen tener reservas acerca de un hombre que ha pasado gran parte de su carrera fuera del país.
Entre los más organizados dentro de la oposición estaba la hasta ahora prohibida Hermandad Musulmana, que dice que quiere una democracia pluralista.
Hasta el momento se había mantenido al margen de un levantamiento liderado por jóvenes y las clases profesionales urbanas, pero el lunes dijo que llamaba a la gente a que continúe las protestas hasta que todo el liderazgo se haya ido, "incluido el presidente, su partido, sus ministros y su Parlamento".
Al menos 140 personas murieron desde que las manifestaciones comenzaron el martes pasado, en su mayoría en enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas policiales. La violencia también estalló en Suez, Alejandría y otras ciudades.
Fuente: América Economía
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